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Crimen de Ludmila: Los testigos fueron narrando detalles de la vida de la joven, los momentos previos del hecho y lo que pasó durante y después

La madre de la víctima contó que la joven era discapacitada y cobraba una pensión, Tenía una hija de 7 años. El empleador de Quiñones Chiñolis dijo que el capataz de la obra le sugirió no decir nada cuando fue llamado a declarar por la policía ante el fiscal. 


En el inicio de la parte testimonial del juicio se dio lectura a la declaración de Alberto Quiñones Chiñolis ante el fiscal Terrón, días después del homicidio quien contó que condujo a Ludmila a un domicilio donde la estaban esperando Nuñez Ibarra y González Letih quien discutió con la joven, la empujó, golpeó contra la pared y comenzó a apuñalarla, asustándose los otros dos y decidieron llevarla a un basural. En el lugar, Nuñez Ibarra penetró el cuerpo de la joven ya sin vida y posteriormente se fueron del lugar.

Gonzalez Leith también declaró ante el fiscal idénticas circunstancias pero no acompañó a Nuñez Ibarra y a Quiñones Chiñolis a llevar el cuerpo de Ludmila al basural, sino que se fue a dormir.

Por pedido de la defensa se dieron lectura a declaraciones que oportunamente hicieron los imputados de encubrimiento ante el fiscal Terrón en plena etapa investigativa. El homicidio de Ludmila ocurrió en una vivienda de avenida Padre Respuela al 370 donde vivían -temporariamente- Nuñez Ibarra y González Leith. Ludmila había ido en moto hasta esa dirección, donde concurrió el domingo por la noche. Todos los imputados estaban trabajando en el momento del hecho en una obra en construcción en calle Caseros.

Ludmila, a quien conocían como Lucía, ya era conocida por los hombres imputados en este juicio oral. A ella la llamaron y le enviaron mensajes de textos en esa noche del domingo 20 de diciembre de 2015. El cuerpo de la joven fue encontrado al día siguiente, lunes 21.

Otra de las piezas documentales pedidas por el defensor oficial Silvio Acerbo, quien lleva la causa de Nuñez Ibarra, fue la declaración de su defendido que ya había estado dos veces con Ludmila antes de la fecha de homicidio. En la tarde del domingo 20 de diciembre de 2015, el imputado de homicidio había ido a pescar junto a otros dos amigos paraguayos. En esa noche, le escribieron mensajes e hicieron llamados al celular de la víctima.

EL TESTIMONIO DE LA MADRE

Silvia Elizabeth Ciccolini, madre de Ludmila, fue la primera testigo en subir al estrado para ser interrogada en este juicio. Ciccolini contó que el domingo 20 de diciembre de 2015 salió de su casa alrededor de las 21 y que se iba a dirigir a un kiosco, nunca regresando. "Ella salía y venía con las bolsitas de golosinas" rememoró.

Contaba con certificado de discapacidad y cobraba pensión por tal motivo y la describió como una persona reservada aunque comentó que recibía mensajes de texto habitualmente. El fiscal le consultó cómo iba vestida y dijo que iba con calzas y una blusa, calzando alpargatas. Ludmila era mamá de una niña que en el momento del asesinato tenía siete años.

Silvia sostuvo que "más de una o dos horas no tardaba. Al llegar a las 12 de la noche ya me empecé a preocupar. Traté de comunicarme por el celular pero no recibía contestación. Ella estaba concurriendo al secundario en la Escuela Media 5 (al lado de la escuela primaria número 40). Todos la querían muchísimo".

En cuanto a la relación con su hija la describió como una madre que se preocupaba por su hija y nunca se ausentaba por más de dos horas.

Silvia sostuvo que la noche del domingo se fue en moto. "Ella me decía voy al kiosco, pero no se cuál", relató Silvia Ciccolini respondiendo una consulta puntual de los integrantes del tribunal.

LA DECLARACION DE UN EMPLEADOR

Darío Osmar Forconi fue el segundo testigo -cerca de las 11.40- quien subió al estrado. No conocía a la víctima pero sí a Quiñones Chiñolis quien trabajó en la construcción de su casa en un predio de Costa Verde, unos cinco o seis meses antes del homicidio de Ludmila, hecho que conoció por los medios digitales y le preguntó a Maidana -uno de los albañiles- sobre el hecho quien le contó que no sabía si había sido Quiñones o no pero le contó que en una rueda de amigos, tomando mate que él sabía dónde estaba el cuerpo y que lo iban a encontrar.

Sobre el hecho en sí, el albañil le contó que había sido tras una discusión, que se cayó y se golpeó la cabeza. Además contó que Salomón -otro de los albañiles- le había dicho que no le convenía ir a declarar.

Salomón era el jefe de la obra y los demás paraguayos eran sus empleados.

Quiñones pintó dos habitaciones en la casa del testigo y trabajó durante quince días. "Eran buenos trabajadores. Parecían gente de confianza", indicó Forconi.






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