La Iglesia celebra en todo el mundo la Semana Santa. Cientos de miles de bautizados conmemoran y celebran los misterios de la Pasión, muerte y resurrección de Jesús. La Pascua de Jesús es el misterio de fe más importante de los cristianos. La Pascua de Jesús es lo que le da sentido a la fe de los cristianos.
En especial celebramos el Triduo Pascual. El jueves santo, día del amor, celebramos el amor de Dios. Todo el jueves está centrado en el amor de Dios. En especial recordamos la Última Cena de Jesús en la cual nos dejó la eucaristía e instituyó el sacerdocio con dos mandatos: amense los unos a los otros “como yo los he amado”, y lávense los pies los unos a los otros en señal de servicio “como yo que no he venido a ser servido sino a servir”.
El Viernes Santo es un día no de tristeza sino de serena alegría. Es un día en el que contemplamos y adoramos la cruz de Jesús, y a esa cruz asociamos nuestras propias cruces hechas a veces de dolor, de injusticia, de soledad, de cansancio, para que unidas a la Cruz de Jesús adquieran un nuevo sentido para cada uno de nosotros. El Viernes Santo le agradecemos a Dios que por la Cruz nos devolvió la amistad con Dios, nos reconcilió con Dios. Por eso la cruz es signo de bendición, de paz, de esperanza, de vida.
El Sábado Santo estamos en vigilia, expectantes para celebrar el triunfo de la Vida sobre la muerte. En la celebración litúrgica repasamos la historia de la salvación, contemplamos a un Dios comprometido con la humanidad, y celebramos alegres el triunfo de la Vida sobre la muerte y sobre todo proyecto de muerte.
En este año 2018 la Pascua tiene para nosotros un matiz muy especial dado por el debate de la despenalización del aborto. Por eso al celebrar la Pascua es inevitable pensar en el sentido más profundo de la Pascua que es precisamente el triunfo de la vida sobre todo proyecto de muerte.
Los obispos argentinos nos han pedido rezar en esta semana santa para que nuestros legisladores sirvan a la vida, a toda vida, porque toda vida es sagrada y tiene la misma dignidad a los ojos de Dios. Por ello se vieron en todas las iglesias el Domingo de Ramos carteles con la leyenda “Vale Toda Vida”.
La iglesia es consciente que la ciencia con toda claridad afirma la evidencia de que hay un nuevo ser humano desde la “fecundación” del óvulo por el espermatozoide, y que desde ese instante también llamado “concepción” hay un nuevo ser humano, distinto de su mamá y de su papá, con su propio código genético, que solo necesita desarrollarse sin que nadie se lo impida. Y también es conciente la iglesia que toda vida humana es un don de Dios y tiene a los ojos de Dios la misma dignidad y los mismos derechos. En particular goza del primero y fundamental de los derechos humanos, el derecho a la vida, el derecho a nacer.
Por otra parte, una mirada jurídica nos lleva a los Tratados Internacionales de Derechos Humanos suscritos por nuestro país, en todos los cuales se reconoce el derecho a la vida como el primero y más importante de los derechos humanos.
1. La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (1948)
2. La Declaración Universal de los Derechos del Hombre (1948)
3. El Pacto Internacional de Derechos Económicos. Sociales y culturales (1966)
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966)
La Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969)
La Convención sobre los Derechos del Niño (1989).
Por todo ello, con justa razón creemos que Vale Toda Vida. “Toda” quiere decir “Toda”.
Por último quiero expresar un deseo en esta Pascua, que todos y cada uno de nosotros podamos experimentar el amor de un Dios que no sabe hacer otra cosa más que amarnos. Un Dios que nos ama gratuitamente, sin que sea condición para ello que nos portemos bien. Nos ama gratuitamente porque somos su obra, su creación. Por ese amor infinito que nos tiene su Hijo dio su vida en la Cruz para destruir el pecado y la muerte, y al resucitar los destruyó, por ello son posibles la reconciliación y la paz, porque Cristo resucitó.
Que vivan una muy feliz Pascua de Resurrección con la certeza de que Dios nos ama gratuitamente siempre, siempre.
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